Frutas frescas durante más tiempo con recubrimientos naturales

¿Alguna vez compraste manzanas cortadas que en cuestión de horas se veían marrones, blandas y poco apetecibles? Este es uno de los mayores retos para quienes quieren disfrutar de fruta lista para consumir: su corta vida útil.

Pero un grupo de investigadores del Reino Unido encontró una solución natural, efectiva y sin aditivos artificiales: un recubrimiento comestible hecho con quitosano y aceites esenciales de orégano y canela. Un invento realmente prometedor que podría alargar la vida útil de frutas como la manzana.

Ilustración de dos manzanas rojas, una de ellas partida por la mitad.

El problema de las frutas “listas para comer”

Las manzanas cortadas, como muchas frutas mínimamente procesadas, se deterioran rápido. ¿Por qué sucede esto?

  • Pierden agua, se reblandecen y se vuelven poco crujientes.
  • Se oxidan por el contacto con el aire, generando un color marrón poco atractivo.
  • Son más vulnerables a contaminación microbiana.
  • Pierden vitaminas y antioxidantes.

Esto no solo afecta la calidad visual y nutricional, sino que también reduce la seguridad alimentaria de la fruta y aumenta las probabilidades de desperdicio de estos alimentos.

¿Qué es un recubrimiento comestible?

Un recubrimiento comestible es una fina película natural que se aplica a la superficie de un alimento para protegerlo del entorno. Sería como una “segunda piel” biodegradable que tiene distintas propiedades:

  • Reduce el contacto con el oxígeno.
  • Ralentiza la pérdida de agua.
  • Incorpora ingredientes antimicrobianos y antioxidantes naturales.

El poder del quitosano y los aceites esenciales

En un estudio publicado en julio de 2025 en la revista Foods, un grupo de investigadores desarrolló un recubrimiento comestible para manzanas cortadas que combina tres ingredientes naturales:

Quitosano

Derivado de la quitina, un compuesto presente en el exoesqueleto de crustáceos. Tiene propiedades antimicrobianas, es biodegradable y forma una película semipermeable que protege el alimento de la pérdida de agua y del contacto con el oxígeno.

Ácido ascórbico y ácido cítrico

Ambos ayudan a evitar el oscurecimiento de la fruta al inhibir enzimas como la polifenol oxidasa, responsables del pardeamiento en contacto con el aire.

Aceites esenciales de hoja de canela y de orégano

Ricos en compuestos antioxidantes y antimicrobianos naturales, como el carvacrol y el cinamaldehído.

Ilustración de 4 manzanas, dos verdes y dos rojas, alguna partida.

Estudio

Se aplicó este recubrimiento comestible sobre manzanas ‘Braeburn’ recién cortadas, que luego se almacenaron en frío durante 9 días. El objetivo era comprobar si el recubrimiento podía conservar su color, textura, frescura y seguridad microbiológica.

Resultado

Los resultados fueron buenos:

Parámetro evaluado ¿Qué ocurrió con el recubrimiento?
Pérdida de agua Se redujo hasta en un 80% comparado con manzanas sin tratar.
Browning (oxidación) Prácticamente se evitó el oscurecimiento durante los 9 días.
Textura Las manzanas conservaron su firmeza y crocancia.
Microbiología Menor crecimiento de bacterias y mohos.
Color Mejor conservación de brillo y apariencia fresca.

La combinación más efectiva fue la que contenía 0.1% de aceite esencial de canela, seguida por la de 0.06% de orégano.

¿Esto reemplaza los conservantes artificiales?

Potencialmente, sí. Los resultados del estudio sugieren que esta combinación de quitosano y aceites esenciales no solo cumple una función protectora efectiva, sino que lo hace de forma natural y sin necesidad de aditivos sintéticos.

El quitosano forma una película fina y comestible que actúa como una barrera física frente al oxígeno y la pérdida de humedad. Esto ralentiza los procesos de oxidación, el reblandecimiento de la fruta y la proliferación de microorganismos. Por su parte, los aceites esenciales aportan compuestos bioactivos que refuerzan la acción antimicrobiana y antioxidante, prolongando la vida útil del producto sin alterar significativamente su sabor o aroma cuando se utilizan en dosis controladas.

Esta sinergia entre el quitosano y los aceites esenciales convierte al recubrimiento en una alternativa real a los conservantes químicos y al envasado plástico, especialmente en productos frescos y mínimamente procesados como frutas cortadas, que son altamente perecederas.

Además, responde a una tendencia creciente entre los consumidores: preferir alimentos con etiquetas limpias, sin “E-números” ni aditivos artificiales, y con un perfil más natural y saludable. En este contexto, los recubrimientos bioactivos podrían no solo reemplazar conservantes artificiales, sino también contribuir a una reducción del desperdicio alimentario al mantener los alimentos frescos por más tiempo.

Conclusión

Esta tecnología, que combina eficacia, sostenibilidad y seguridad, responde tanto a los retos de la industria alimentaria como a las demandas del consumidor actual.

Sin embargo, aún quedan pasos importantes por dar. Será necesario escalar su aplicación a nivel industrial, comprobar su eficacia en una variedad más amplia de frutas y productos frescos, y garantizar que su uso cumpla con las normativas alimentarias de cada país. Además, será clave evaluar su viabilidad económica y sensorial a gran escala, especialmente si se quiere ofrecer como solución comercial viable.

Lo que está claro es que la ciencia está cada vez más cerca de ofrecernos soluciones naturales, eficaces y sostenibles para alargar la vida de los alimentos. Y quizá, en un futuro no tan lejano, este tipo de recubrimientos se conviertan en algo tan habitual como lavar la fruta antes de comerla.

Ilustración de tres manzanas de colores, y una manzana partida por la mitad

Escrito por Sara Montaner. Nos apoyamos en tecnología de IA.

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