Insectos comestibles: nutrición, sostenibilidad y futuro alimentario

¿Te imaginas que, en unos años las barras de proteína, los batidos o las galletas tengan como ingredientes los insectos? Pues esto no está tan alejado de la realidad. Aunque la idea aún provoca rechazo en muchas personas, sobre todo en los países occidentales, la ciencia está demostrando el potencial de los insectos como fuente de alimento. Pueden ser una alternativa real, nutritiva y sostenible frente a los crecientes desafíos de la alimentación global.

Ilustración de una mosca en medio de la naturaleza

Entomofagia es como se le llama a la práctica de comer insectos, y pese a que en occidente no estamos nada acostumbrados a ella, es muy antigua. De hecho, forma parte de la alimentación tradicional de unos 2.000 millones de personas en Asia, África y Latinoamérica. ¿Se convertirá en el alimento del futuro del resto de la población?

¿Por qué comer insectos?

Los insectos comestibles tienen un perfil nutricional sorprendente.

  • Hasta un 70 % de proteína por peso seco, con todos los aminoácidos esenciales.
  • Ácidos grasos saludables, como omega-3 y omega-6.
  • Vitaminas del grupo B (B1, B2, B12), C y E.
  • Minerales como hierro, zinc, calcio y magnesio.
  • Fuente de fibra.

Por ejemplo, el gusano de la harina (Tenebrio molitor) contiene más hierro que la carne de res y más proteína que el pollo. Y algo muy poco habitual en alimentos animales: también aporta fibra, gracias a su exoesqueleto.

Sostenibilidad: menos recursos, menos impacto

No solo tiene un aporte nutritivo superior al de la carne tradicional, sino que también es mucho más sostenible.

  • Los insectos requieren menos alimento, agua y espacio.
  • Emiten menos gases de efecto invernadero.
  • Pueden criarse de forma local, incluso en entornos urbanos o rurales con escasos recursos.

Podemos verlo en datos claros:

  • Para producir 1 kg de proteína de res se necesitan hasta 22.000 litros de agua.
  • Para producir 1 kg de proteína de grillos (Acheta domesticus), menos de 5 litros.

Más que nutrientes: posibles beneficios para la salud

Además de su valor nutricional, los insectos contienen compuestos bioactivos que, según estudios en laboratorio, podrían ofrecer beneficios adicionales a quienes los consumen:

  • Propiedades antioxidantes, que neutralizan los radicales libres y pueden reducir el riesgo de enfermedades crónicas.
  • Efectos antihipertensivos, gracias a péptidos que inhiben la enzima convertidora de angiotensina (ECA), clave en la regulación de la presión arterial.
  • Actividad antiinflamatoria, por su capacidad de bloquear enzimas como COX-2, implicadas en procesos inflamatorios crónicos.
  • Aunque estas evidencias provienen principalmente de modelos experimentales, abren un campo prometedor para futuras investigaciones clínicas.
  • Ilustración de muchos insectos

    ¿Es seguro comer insectos?

    Sí, pero con condiciones. Al igual que otros alimentos, la seguridad depende del manejo adecuado:

    • Higiene: deben criarse en ambientes controlados y procesarse con estándares de seguridad alimentaria.
    • Alergias: algunas personas alérgicas a crustáceos pueden reaccionar también a los insectos.
    • Contaminación: si se crían en sustratos no controlados, pueden acumular pesticidas, metales pesados o microbios.

    ¿Qué dice la ley en Europa?

    Desde 2015, la Unión Europea clasifica a los insectos como “nuevos alimentos”, lo que significa que requieren evaluación científica y autorización para su comercialización. Actualmente están aprobadas para consumo humano especies como:

    • Tenebrio molitor (gusano de la harina).
    • Acheta domesticus (grillo doméstico).
    • Locusta migratoria (langosta migratoria).
    • Alphitobius diaperinus (escarabajo del estiércol).

    Se comercializan en diversas formas: polvo, deshidratados, congelados o como ingredientes para productos procesados.

    ¿Qué dice la ciencia?

    Una revisión publicada en julio de 2025 en la revista Foods analizó el estado actual de la entomofagia. Las conclusiones son claras: los insectos no solo son seguros si se producen y procesan correctamente, sino que también tienen un enorme potencial como alimento funcional del futuro.

    El estudio señala que los insectos podrían desempeñar un papel crucial en la lucha contra la desnutrición y la inseguridad alimentaria, al ofrecer una fuente rica y asequible de proteínas y micronutrientes, especialmente en regiones donde el acceso a alimentos de origen animal es limitado.

    Además destaca el creciente interés en los insectos como ingredientes en alimentos funcionales —como barritas proteicas, suplementos para deportistas o snacks saludables.

    Conclusión

    Consumir insectos puede parecer una idea extraña al principio, pero detrás hay ciencia, sostenibilidad y una respuesta concreta a los retos alimentarios del presente y del futuro. No necesitas empezar comiendo una tarántula crujiente ni cambiar tu dieta de la noche a la mañana.

    Puedes dar pasos sencillos:

    • Probar alimentos que incorporen harina de insecto, como snacks, panes o barritas.
    • Informarte con fuentes fiables, para separar los mitos de la evidencia.
    • Apostar por marcas o iniciativas sostenibles, que buscan reducir el impacto ambiental de nuestra alimentación.

    Comer insectos no es una moda extravagante, sino una opción real, nutritiva y responsable. Quizá el futuro no sea tan raro como parece... y esté más cerca de lo que imaginamos.

    Ilustración de un insecto escarabajo.

    Escrito por Sara Montaner. Nos apoyamos en tecnología de IA.

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