¿Por qué tiramos comida? La ciencia del desperdicio alimentario

Cada año se desperdician en el mundo más de 1.300 millones de toneladas de alimentos. Solo en Europa, el 54 % del desperdicio proviene directamente de los hogares. ¿Y si te dijeran que una parte importante del cambio puede empezar en tu propia cocina?

Ilustración de frutas (plátano y manzanas)

Un reciente estudio realizado en España analizó qué nos lleva a tirar comida y qué nos motiva a evitarlo, usando una herramienta de psicología del comportamiento llamada Teoría del Comportamiento Planificado. Sus conclusiones nos ayudan a entender no solo los errores que cometemos a diario, sino también cómo podemos cambiar de hábitos de forma realista.

La teoría detrás del plato

La Teoría del Comportamiento Planificado dice que para que una persona adopte un comportamiento (por ejemplo, evitar tirar comida), influyen tres cosas:

  • Actitud: qué tan importante te parece evitar el desperdicio.
  • Normas sociales: si las personas a tu alrededor lo aprueban o no.
  • Control percibido: si crees que puedes hacerlo fácilmente.

Si estos tres factores están presentes, es más probable que tengas la intención de actuar… y que esa intención se convierta en acción.

¿Qué factores influyen más?

El estudio encuestó a más de 700 personas en toda España y encontró lo siguiente:

  • La actitud es el factor más importante: Quienes creen firmemente que tirar comida es inmoral, costoso o irresponsable son los que más intentan reducir el desperdicio.
  • El control percibido también es clave: Si una persona sabe planificar menús, reutilizar sobras o hacer la compra con cabeza, tiene más facilidad para evitar el desperdicio.
  • Las normas sociales tienen menos influencia: Aunque sentirse observado por familiares o vecinos puede motivar un poco, no es el motor principal del cambio.
Ilustración de un plato con sobras de comida (pescado y verduras)

¿Cómo influyen el contexto personal y los hábitos?

El estudio también analizó cómo ciertas características personales —como la edad, el género, el rol en el hogar o el nivel socioeconómico— pueden influir en el comportamiento frente al desperdicio alimentario. Más que señalar quién lo hace “mejor” o “peor”, los datos muestran que las circunstancias y los hábitos diarios marcan la diferencia:

Personas jóvenes con presupuestos ajustados

Especialmente quienes se encargan de comprar y cocinar para la familia, suelen tener buena actitud e intención de evitar el desperdicio. Sin embargo, el deseo de no quedarse sin alimentos o aprovechar ofertas puede llevar a comprar de más, lo que a veces se traduce en productos que no se consumen a tiempo.

Personas con experiencia en la cocina

Quienes tienen experiencia en la cocina y la organización del hogar tienden a mostrar un mayor control sobre lo que compran y consumen. Esto facilita que sus buenas intenciones se conviertan en acciones concretas: planifican mejor, reutilizan sobras y conocen bien los productos que tienen en casa.

Personas con mayor poder adquisitivo

Por otro lado, personas con mayor poder adquisitivo, que cocinan pero no siempre hacen la compra, pueden tener buenos hábitos en la cocina, pero no necesariamente perciben una presión social para evitar el desperdicio. En estos casos, la conciencia individual suele ser la clave para impulsar un cambio real.

¿Qué podemos hacer?

Si queremos reducir el desperdicio desde casa, necesitamos más que buena voluntad. También hacen falta habilidades prácticas, información clara y cambios de mentalidad. Aquí van algunas ideas:

  • Planifica tus comidas de la semana antes de ir al supermercado.
  • Revisa lo que tienes en casa antes de comprar más.
  • Aprende a aprovechar sobras de forma creativa.
  • Conoce la diferencia entre “consumir antes de” y “fecha de consumo preferente”.
  • No compres solo porque está en oferta si no lo vas a consumir.
  • Revisa tu congelador: es un gran aliado contra el desperdicio.

Conclusión

Tirar comida no es solo un problema ambiental o económico. Es también una cuestión cultural, de hábitos y decisiones diarias. La buena noticia es que la mayoría de nosotros ya tenemos la intención de hacerlo mejor. Lo que falta, muchas veces, es convertir esa intención en acción. Con pequeños gestos, podemos reducir el desperdicio, ahorrar dinero y construir un sistema alimentario más justo y sostenible.

¿Te animas a empezar por tu próxima lista de la compra?

Cubo de basura con alimentos desperdiciados

Escrito por Sara Montaner. Nos apoyamos en tecnología de IA.

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